Identidad indígena y cristiana: ¿Es posible ser indígena y cristiano?

 

Prolegómenos

     ¿Es posible ser indígena y cristiano? ¿Por qué es necesario abordar este tema? ¿Qué es ser indígena? ¿Qué es ser cristiano?

     Desde la llegada de Cristóbal Colón a este continente (y a partir de allí la relación con el cristianismo) hasta la actualidad, los pueblos de Abya Yala (América) se han visto en diferentes situaciones que han pretendido eliminarlos o al menos, imponerles una identidad. Han sido otros quienes los han definido, no ellos mismos. Los han llamado indios, bárbaros, indígenas. Los pueblos de Abya Yala han sufrido, entre otras cosas, explotación, racismo, inferioridad, discriminación, humillación, marginación, negación, tanto de la identidad étnica como religiosa.

     Existen posturas que tienen como algo indisociable la religiosidad ancestral/espiritualidad ancestral y lo étnico. Cuando el indígena acepta la religión cristiana no renuncia a la religión/espiritualidad ancestral, pues no renuncia a ser indígena (¿esta puede ser la razón del sincretismo?). Ambas espiritualidades (cristiana e indígena) se funden para formar una nueva, permanecen en yuxtaposición o sobreposición, y no hay inconveniente en ser indígena y cristiano. Por otra parte, hay indígenas que están buscando recuperar la espiritualidad/religiosidad ancestral. Argumentan que es incompatible con la religión cristiana, por lo tanto, para ellos es imposible ser indígena y cristiano.

     Otras razones que hacen necesario abordar el tema de la identidad indígena y cristiana es la propuesta que afirma que el Dios cristiano y el Dios (no dioses) de la espiritualidad ancestral es el mismo, por lo tanto, no hay ningún inconveniente en vivir con ambas espiritualidades.[1] Otro caso es cuando se identifican como cristianos pero antes que nada son indígenas, en este sentido, la identidad étnica es primero, después la cristiana.[2] Incluso, en algunos pueblos de Abya Yala el indígena tiene prohibido ser cristiano, ya que esto se toma como traición a la comunidad y a la espiritualidad ancestral. Cuando alguno decide ser cristiano sufre graves consecuencias y se le obliga a renunciar a la fe cristiana.[3] Por último, el cristianismo al “evangelizar” a los pueblos de Abya Yala mezcló la cruz con la espada, haciendo que aún hoy haya rechazo hacia la fe en Jesús el Cristo. Además, esta forma de cristianización ocasionó que pueblos indígenas solo vistieran su religión con la cristiana, como modo de sobrevivencia.

     Todo lo anterior ha hecho que ser indígena requiera valor, coraje, reconocimiento; ser indígena ha sido algo “castrado”, negado, tanto por el otro como por él mismo, causa de humillación, vergüenza, dolor, muchas veces reprimido, olvidado, impreciso.

Observaciones respecto a la identidad

Cultura

     El concepto de identidad es inseparable de la idea de cultura.[4] Por lo tanto, ¿qué es cultura? La cultura “consiste en estructuras de significación socialmente establecidas”.[5] Es un proceso simbólico.

Lo simbólico es el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también llamadas “formas simbólicas”, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos y alguna cualidad o relación. En efecto, todo puede servir como soporte simbólico de significados culturales: no sólo la cadena fónica o la escritura, sino también los modos de comportamiento, las prácticas sociales, los usos y costumbres, el vestido, la alimentación, la vivienda, los objetos y artefactos, la organización del espacio y del tiempo en ciclos festivos, etc.[6]

     Por lo tanto, la cultura “es la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas, y objetivados en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados”.[7] Sin embargo, hay que tener en cuenta las formas interiorizadas y las formas objetivadas de la cultura. La primera es la representación social compartida, el esquema cognitivo, ideología, mentalidad, actitud, creencia, conocimiento acumulado de un grupo determinado. La segunda es cuando se habla de la indumentaria, monumentos, personalidades míticas, lo gastronómico, objetos festivos o costumbristas, símbolos religiosos y las danzas étnicas o regionales.[8]

     Ahora bien, la cultura no es estática. Pretender y anhelar esto es quedarse varado en el tiempo, el inicio del ocaso. Al concebir la cultura en términos simbólicos o representacionales a priori se pueden dar las siguientes posibilidades:

Que uno o varios de ellos simplemente desaparezcan con el tiempo (cambio por cesación); que los signos desaparecidos vuelvan a ser activados después de un lapso más o menos considerable (cambio por reavivamiento o revival); que se generen nuevos signos que vengan a enriquecer el repertorio inicial (cambio por innovación); que se atribuyan nuevos significados a los antiguos significantes (cambio por reinterpretación o resemantización) o, al revés, que se alteren los significantes sin variar los significados (cambio por transformación o sustitución de la materialidad significante); que se superponga una pluralidad de nuevos significados al significado de base que se mantiene (cambio por adición de connotaciones o estratificación de significados); que se recombinen signos procedentes de diferentes repertorios (es decir, de otras culturas) para conferirles nuevos significados globales (cambio por hibridación o sincretismo); que se incorpore al propio repertorio un signo procedente de otro repertorio, conservando su significado original (cambio por asimilación); y en fin, que se incorpore al propio repertorio un signo procedente de otro repertorio, pero cambiando sustancialmente su significado (cambio por apropiación).[9]

Identidad

     La identidad es multidimensional. Aunque es posible hablar tanto de identidad individual como de identidad colectiva, esta solo es posible por analogía con la primera, ambas formas de identidad son diferentes como semejantes. La identidad individual es “como un proceso subjetivo (y frecuentemente autorreflexivo) por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y de su entorno social) mediante la autoasignación de un repertorio de atributos culturales frecuentemente valorizados y relativamente establecidos en el tiempo”.[10] Consiste tanto en cómo se define un sujeto a sí mismo y en cómo lo define el otro, haciendo que resulte de un compromiso o negociación entre autoafirmación y asignación identitaria. Contiene atributos de pertenencia social y atributos particularizantes. Los primeros destacan las similaridades y los segundos lo individualmente único, y ambos la identidad única del sujeto.

     Las identidades colectivas, por otra parte, son diferentes de la individual porque carecen de autoconciencia, no constituyen entidades discretas, homogéneas y nítidamente delimitadas, no constituyen un componente “natural” del mundo social sino un “acontecimiento”. Y son semejantes porque se diferencian de su entorno, definen sus propios límites, se mantienen a través de sujetos que las representan. ¿Cómo se forma y desarrolla la identidad? Partiendo de la misma división entre identidad individual y colectiva, la primera, al igual que la cultura de donde se nutre, es algo que se aprende. Tocante a la identidad colectiva es más compleja, debido muchas veces a la interacción de fuerzas históricas y sociales.[11]

¿Qué es ser indígena?

     Antes que nada, el término indígena ha sido controversial para llamar a los pueblos de Abya Yala. Algunas personas se sienten identificados con el término, llamarlos de esta manera es mostrar respeto por su identidad étnica, reconocerlos como pueblos originarios. Sin embargo, otros argumentan que en Abya Yala no hay indígenas sino mayas (k´iche´, q´eqchi´, kaqchikel, mam, ichil, tz´utujil, jakalteco, etc.),[12] zapotecos, nahuas, totonacas, quechuas, ngäbes, cabécars, gunas, emberás, wayuus, zenús, shuars, achuars, aymaras, guaraníes, zamucos, mapuches y muchos más.[13] Se consideran los siguientes aspectos como hilos fundamentales que forman la identidad indígena: ser descendiente indígena, heredar la cosmovisión ancestral, idioma y la autoidentificación. Otros hilos son: la cultura, costumbres, vestimenta, el aspecto comunitario.[14] Para cada pueblo de Abya Yala, y para cada persona de estos pueblos ser indígena no necesariamente es lo mismo. Sin embargo, es importante notar que la identidad de una persona no se agota en lo étnico.

Hacia una identidad indígena y cristiana

     Cuando un indígena decide ser cristiano nace una nueva identidad (2 Co 5:17), sin por ello dejar de ser indígena, y el seguir siendo indígena no lo hace menos cristiano. Acorde al evangelio, para quienes son indígenas es imposible ser cristiano sin ser indígena. De allí la importancia de rescatar y valorar lo indígena, pues es parte de la identidad del indígena cristiano. Si se elimina lo primero, la identidad va a ser incompleta.

     Algo que complica armonizar esta doble pertenencia son creencias que aún persisten en la actualidad, tanto en los cristianos no indígenas como en los indígenas cristianos y no cristianos. Por ejemplo, que la persona tiene que abandonar completamente lo otro para ser auténtico, ya sea indígena o cristiano. En el caso de ser cristiano, implica abandonar aspectos de la cultura incluso aunque no estén en contra del evangelio.[15] Asimismo, seguir viendo el cristianismo como colonialismo y exterminio de la cultura (aunque no sin razón, la fe en Jesús ha causado mucho daño).[16] Todo esto lleva a rechazar el evangelio o a una crisis de identidad al ser cristiano, principalmente para aquellos indígenas que conservan muy fuerte lo indígena. Para quienes deciden ser cristianos, no solo les genera conflicto consigo mismos, sino también con la comunidad cristiana y la comunidad indígena (no cristiana).

     Para armonizar esta doble pertenencia, se proponen los siguientes pasos. Primero, es fundamental reconocer que ha habido una mala interpretación de la fe cristiana. La propuesta de Jesús no es de muerte, sino de vida. El evangelio de Jesús ha sido distorsionado por una teología colonial. Esta teología es la que ha traído mucho lamento a los pueblos indígenas.[17] De ahí la gran responsabilidad para el cristiano de presentar el evangelio de Jesús con delicadeza a los pueblos de Abya Yala, para que puedan darle otra oportunidad al evangelio de Jesús y vuelvan a recuperar y construir su identidad indígena. Y esta vez no con una doble misión, evangelizar y “civilizar”,[18] sino evangelizar y encarnar el evangelio.

     Un segundo paso es que el propio indígena debe descubrir y conocer quién es él; solo quien conoce su realidad puede definirse, no otro.[19] Sin embargo, este conocerse a sí mismo no debe ser de forma aislada, también debe conocer quiénes son los demás con quienes se relaciona y por qué son diferentes. Asimismo, debe considerar qué dicen los demás del indígena y qué dicen los propios indígenas de sí mismos.[20] “Si hoy el indígena reconoce su propia identidad de un modo nuevo, no a partir del discurso del ´otro`, es porque se sabe y se siente reconocido por él en su propia diferencia. Pero es también por eso, que sólo cuando hay una garantía de reconocimiento por parte del ´otro`, que el indígena habla de sí mismo”.[21] Quien no es indígena debe sentarse a escuchar lo que el indígena dice de sí mismo.[22]

     Debido a la herida de la conquista y colonia, cultivar la identidad indígena al ser cristiano es un proceso de construcción,[23] un redescubrimiento de la identidad indígena,[24] un proceso de sanidad y reconciliación con la cruz.[25] Este es el tercer paso. Es esencial que la identidad indígena florezca en aquellos que son y van a ser cristianos, porque “la negación de la identidad indígena para vivir la fe cristiana es una negación del evangelio de Jesús”.[26] La iglesia de Jesús debe ser una comunidad de reconciliación, donde quienes participan puedan encontrarse con Dios, consigo mismos, en los otros y otras.[27] La iglesia debe recordar que es una comunidad reconciliada y reconciliadora.[28]

     Un cuarto paso es distinguir entre etnia/cultura y religión. Para este caso, Miroslav Volf propone algo fundamental: “La religión debe ser des-etnitizada para que la etnia pueda ser de-sacralizada”.[29] Por ejemplo, en el caso de los pueblos mayas, es diferente identificarse como maya por ser hijo de padres mayas, haber crecido con la cultura maya e identificarse como tal, que ser maya por adoptar la religión/espiritualidad maya.[30] Esto puede aplicarse a todo pueblo indígena de Abya Yala. Para mostrar una diferencia del ejemplo anterior, permítase identificar lo primero como maya y lo segundo como indígena. Entonces, con base en esta distinción, ser maya y cristiano es posible, pero ser indígena y cristiano no. Son espiritualidades distintas. Sin embargo, en algunos pueblos indígenas puede ser complejo, incluso casi imposible hacer distinción entre cultura/etnia y religión ancestral. De allí la importancia de lo siguiente.

     El paso final, y se considera este como el fundamental, es el lugar que tiene la persona de Jesús el Hijo de Dios para el cristiano. Un aspecto es que el cristiano busque recuperar, validar, valorar, conservar lo indígena, donde lo indígena es parte intrínseca de la identidad, donde lo indígena (sabiduría y valores) puede contribuir a la fe del cristiano, y otra muy diferente es que sea a costa del evangelio. Es distinto buscar seguir siendo cristiano con identidad indígena, donde se vuelve a valorar lo indígena a la luz de Jesús, el Hijo de Dios, donde Jesús es el κύριος, que ser indígena antes que cristiano. ¿Qué es ser cristiano? Es ser seguidor de Jesús, el carpintero judío de Nazaret, el Hijo de Dios, Emanuel. Y en este sentido, antes que ser indígena se es cristiano. Esto puede sonar discriminatorio, insensible, pretensioso, o para utilizar un lenguaje de la actualidad, indigenofóbico. No es así.

     En la dinámica de la identidad es valiosa la propuesta de Volf. Él argumenta que la fe en Dios, en la persona de Jesús el Cristo, conlleva un cambio de lealtad. Nunca ha consistido en una superioridad étnica, cultural o deidades locales. Ningún cristiano puede ser primero español, ruso, estadounidense, indígena y después cristiano. Él propone: “En el núcleo central de la identidad cristiana se encuentra el cambio global de lealtad, de una cultura concreta con sus dioses al Dios de todas las culturas”.[31] Esto no implica abandonar, rechazar o negar la cultura, negar la procedencia. Propone una dinámica entre distancia y pertenencia, donde la distancia (por lealtad a Jesús el Cristo) implica permanecer, salir sin tener que abandonar.[32]   

     Cuando el interés es que haya un ganador, ser indígena o ser cristiano, se ciega bruscamente a lo que el evangelio de Jesús el Cristo promueve: Gente de toda tribu, pueblo, lengua y nación adorando a Dios y al Cordero (Is 45:23; Gá 3:28; Fil 2:10-11; Ap 5:9, 7:9-10). Apocalipsis 21:3 ilustra bien este punto. Juan hace un cambio radical y significativo con el antiguo pacto. Ya no expresa en singular yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo, sino que le da un sentido plurinacionalista, serán sus pueblos.[33]



[1] Esta propuesta ha sido bastante desarrollada por la teología india cristiana. Para profundizar sobre este tema, cf. los escritos de Eleazar López Hernández, los encuentros latinoamericanos de teología india, organizados por AELAPI, o los simposio de teología india, organizados por el CELAM. Debe tenerse presente que existen varias teologías indias y varias teologías indias cristianas. Es preferible hablar de teologías indias y teologías indias cristianas.

[2] Carlos Enrique Morales Sut, “El resurgimiento de la espiritualidad maya a la luz del avance del Camino según Hechos (Primera de dos partes”, Kairós 47 (2010): 103. Él coloca como ejemplo a Vitalino Similox, quien es pastor presbiteriano en Guatemala. Para un acercamiento a la espiritualidad maya en Guatemala cf. Ibíd., 94-115.

[3] Esta realidad se vive actualmente en México y Colombia. Puertas Abiertas, “La realidad de los indígenas Arhuacos cristianos en Colombia”. 13 de septiembre de 2021, https://puertasabiertasal.org/cristianos-perseguidos-noticias/la-realidad-de-los-indigenas-arhuacos-cristianos-en-colombia (15 de junio del 2025); Puertas Abiertas, “¿Cómo son perseguidos los cristianos indígenas en Colombia?”, 12 de abril de 2024, https://puertasabiertasal.org/cristianos-perseguidos-noticias/la-realidad-de-los-indigenas-arhuacos-cristianos-en-colombia (15 de junio de 2025); Puertas Abiertas, “México”, https://puertasabiertasal.org/persecucion-de-cristianos/lista-mundial/mexico (15 de junio de 2025); Puertas Abiertas, “Cristianos perseguidos se bautizan en México”, 26 de octubre de 2023, https://www.puertasabiertas.org/es-ES/actualidad/todos/cristianos-perseguidos-se-bautizan-en-mexico/ (15 de junio de 2025).

[4] Gilberto Giménez, Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, Intersecciones 18 (Guadalajara: ITESO, 2016, eBook), 54-55.

[5] Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 2003), 26.

[6] Giménez, Estudios sobre la cultura, 32. La cultura ha tenido una evolución en la forma de abordarlo: fase concreta, fase abstracta y fase simbólica. La primera entiende la cultura como costumbres, la segunda como modelos de comportamiento y la tercera como lo simbólico. Ibíd., 26-29.

[7] Ibíd., 49 (énfasis en original).

[8] Ibíd., 44-49.

[9] Ibíd., 95-96 (énfasis en original).

[10] Ibíd., 61 (énfasis en original).

[11] Ibíd., 60-91.

[12] En Guatemala, para 2018, de 14,9 millones de personas censadas había 6,2 millones que se autoidentificaron como mayas, lo que equivale al 41.7% de la población, y 8 millones como “ladinos”, equivalente al 56%. Otras 300 mil personas se autoidentificaron como xinkas, garífunas, afrodescendientes/creoles/afromestizos y extranjeros. A nivel nacional, los departamentos donde se concentra la mayor cantidad de población maya son Alta Verapaz 18.2%, Quiché 13.6% y Huehuetenango 12.3%. A nivel departamental, los que tienen mayor porcentaje de población maya son Totonicapán 98%, Sololá 96.4% y Alta Verapaz 93%. Respecto a la población maya por comunidad lingüística, 22 idiomas mayas, los idiomas que tienen más población son: K´iche´ con 1,6 millones de personas (27.1%), Q´eqchi´ con 1,3 millones de personas (22.1%), Kaqchikel con 1 millón de personas (17.2%) y mam con 800 mil personas (13.6%). Instituto Nacional de Estadística Guatemala, Resultados censo 2018: XII censo nacional de población y VII de vivienda (Guatemala: INE, 2019), 25-28. En noviembre de 2014 el RENAP publicó el “Acuerdo de Directorio número 106-2014” donde se aprueba que una persona tenga en el DPI, si así lo desea, el pueblo al que pertenece y el idioma lingüístico que hable. RENAP, Plan estratégico institucional (PEI) 2018-2027 (2024), 36, https://www.renap.gob.gt/informacion-publica/plan-estrategico (19 de junio de 2025). Un aspecto particular que se debe tener presente al hablar de identidad en Guatemala es el calificativo ladino. Este ha sido un término ambiguo, polisémico y polivalente. En Guatemala ha existido el binomio indígena/ladino. Sin embargo, es miope entender el término solo para designar a quien no es indígena, que habla español, que utiliza ropa occidental, o indígenas que perdieron su identidad étnica. El término ladino ha servido para describir diferencias culturales, étnicas, estructuras de poder, económicas, ideológicas y políticas. Para un acercamiento al tema, cf. Isabel Rodas Núñez, Identidades y la construcción de la categoría oficial ´ladino` en Guatemala, CRISE 29 (University of Oxford: 2006), 1-24.

[13] Determinar la cantidad exacta de indígenas y pueblos indígenas es compleja. Por lo tanto se presentan datos generales. En 2010 había alrededor de 42 millones de indígenas, haciendo un total de 780 pueblos con 560 idiomas. Banco Mundial, Latinoamérica indígenas en el siglo XXI (Washington: Banco Mundial, 2015), 22, 26. Otros datos estiman que para 2018 había alrededor de 58 millones de indígenas, alrededor de 800 pueblos. CEPAL y FILAC, Los pueblos indígenas de América Latina – Abya Yala y la agenda 2030 para el desarrollo sostenible: Tensiones y desafíos desde una perspectiva territorial (Naciones Unidas: 2020), 153-154.

[14] Quien escribe este artículo se identifica como guatemalteco, quien reconoce que es descendiente maya del pueblo mam, pero no se identifica como tal. Las razones para esto son: no hablar el idioma mam, no haber recibido la cosmovisión maya, crecer en una familia y pueblo donde parecía que no habitaba ningún rastro maya. ¿Por qué no recuperar la herencia étnica al ser descendiente mam? Porque no sería recuperar, sino adquirir algo extraño. Esto no significa negar la propia historia, tal como observó Octavio Paz: “El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él empieza en sí mismo”. Octavio Paz, El laberinto de la soledad y otras obras (New York: Penguin, 1997), 111.

[17] Jocabed Solano, “Experiencia y acercamiento a la teología indígena”, conversatorio 3 de enero de 2024, https://www.youtube.com/watch?v=G5RYklvH3Eo (21 de junio de 2025).

[18] La tarea misionera a lo largo de los siglos se ha visto como una labor civilizadora en donde se da una doble conversión, religiosa y cultural. Por ejemplo, muchos pueblos fueron introducidos en la civilización grecorromana, en el siglo VIII d.C. la tarea misionera de los francos tenía un fuerte sabor franco. En el siglo XVI los españoles también lo entendieron de esta forma, al igual que en el siglo XVIII por las misiones del norte de Europa, y en el siglo XIX por las misiones de Estados Unidos. David Suazo, J., “¿Es el protestantismo destructor de la cultura indígena?”, Kairós 18 (1996): 76-78.

[19]  Solano, “Encuentro de dos mundos”, 62.

[21] José Sánchez Parga, Qué significa ser indígena para el indígena: Más allá de la comunidad y la lengua, 2a. ed. (Cuenca: Universidad Politécnica Salesiana, 2013), 109.

[22] “¿Qué dice de sí mismo el indígena cuando habla? Solo hablando en cuanto sujeto de su propio discurso, y no respondiendo objetivamente a una pregunta (para ti ¿qué es ser indígena?), dice el ´indígena` lo que significa ser”. Ibíd., 103 (paréntesis añadido).

[24] Simón, “¿Por qué debemos afirmar nuestra identidad?”. Ella reconoce que no fue su identidad como mujer maya la que la llevó al evangelio de Jesús, pero sí el evangelio de Jesús quien la llevó a repensar su identidad como mujer maya.

[25] Caleb D. Ramírez, “Reconciliación con y por medio de la cruz para los pueblos indígenas”, blog Cor Inquietum, 24 de mayo de 2025, https://www.corinquietum.org/2025/05/reconciliacion-con-y-por-medio-de-la.html (21 de junio de 2025).

[26] Solano, “Experiencia y acercamiento a la teología indígena”.

[27] Solano, “Encuentro de dos mundos”, 75.

[29] Miroslav Volf, Exclusión y acogida: Una exploración teológica de la identidad, la alteridad y la reconciliación (Barcelona: CLIE, 2022, versión e-book).

[30] Para un acercamiento desde otra perspectiva sobre la importancia de no confundir religión y cultura cf. Mónica Cornejo Valle, “Religión no es lo mismo que cultura”, Cuestiones de Pluralismo 3/1 (2023), 11 de abril de 2023, https://www.observatorioreligion.es/revista/articulo/religion_no_es_lo_mismo_que_cultura/index.html (21 de junio de 2025).

[31] Volf, Exclusión y acogida: Una exploración teológica de la identidad. Con la expresión “Dios de todas las culturas” hace referencia al Dios revelado en Jesús el Cristo, el Hijo de Dios. Argumenta que considerar las distintas religiones como manifestaciones de una deidad, donde cada cultura puede encontrar al Dios único, solo funciona con un Dios inconocible. El problema con esto es que un dios que no se puede conocer es un dios vano, exaltado demasiado alto o tan escondido que debe tener a deidades tribales para que hagan las obras que cualquier dios que se respete debe hacer. Creer en un dios que está detrás de todas las manifestaciones concretas no está cerca, por tanto, de creer en uno. Cada cultura termina adorando a sus dioses tribales.

[32] Ibíd. Sin mencionar de forma explícita el término lealtad, otro acercamiento también va en este sentido. “Todos, cuando nos convertimos, seamos indígenas o no, tornamos hacia Cristo como Señor todo lo que está en nosotros. Cuando nuestra cultura, sea indígena o no, se coloca bajo la luz de las Escrituras, sus luces y sombras intrínsecas son reveladas y entonces pasamos a ser definidos ya no sólo por tradiciones heredadas sino por tradiciones culturales interpretadas y transformadas por la Palabra de Dios”. Marcelo Vargas, “E que nos hace indígenas”, en Miradas eclesiales, ed. César G. Carhuachín y Regina Fernandez, Identidades evangélicas en América Latina 1 (FTL, 2021), 67.




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