QUE LA VOZ DE LAS MUJERES SE ESCUCHE EN LA CONGREGACIÓN: 1 CORINTIOS 14:34-35
¿Qué pasaría si
el apóstol Pablo en una de sus cartas a la iglesia de Corinto hubiera dicho: “Que
los hombres callen en la congregación, porque no les es permitido hablar,
porque es indecoroso que el hombre hable en la iglesia. Si quieren aprender
algo que pregunten en casa a sus mujeres”? ¿Cómo serían las interpretaciones
hoy? ¿Se tendría las mismas actitudes que se tiene con la expresión: “Que la
mujer calle en la congregación”? ¿Ahora sí tendrían relevancia los textos que
dicen que todos somos imagen de Dios (Gn 1:26-27); que en la fe en Jesús el
Cristo no hay hombre ni mujer, sino que todos son uno (Gá 3:26-28); que Dios da
a todos los que creen en Él por medio de su Hijo el mismo Espíritu (1 Co 12:4)?
¿Ahora sí tendrían validez expresiones como: Pablo lo dijo a una realidad
particular y que, por lo tanto, eso no fue dicho para todos los tiempos; que no
tiene por qué exagerarse el hecho de que esta expresión/prohibición esté en el
canon de la Biblia? ¿A ningún hombre le afectaría el hecho de encontrarse esa
frase cada vez que lee primera de Corintios? ¿Todo estaría bien si se usara este texto para callar y limitar a los hombres en la iglesia y
privarlos de enseñar?
Hay mujeres indignadas, frustradas, molestas, con el corazón roto porque se les ha enseñado, acorde a la doctrina de la iglesia, que la Biblia dice que una mujer no puede enseñar. Además, el liderazgo masculino les dice que no tiene sentido que ellas estudien Biblia y teología, pues no les va a servir de nada. Incluso, cuando logran estudiar, no les dan el espacio o condicionan la manera en que pueden enseñar. ¿Qué hacer con el llamado que sienten? ¿Qué hacer con los dones que el Espíritu Santo les ha dado? Una de las citas bíblicas que se utiliza para prohibir y limitar el ministerio a las mujeres es 1 Co 14:34-35. Sin embargo, ¿qué significa este pasaje? Quienes usan este texto para prohibir y limitar a las mujeres enseñar y servir con libertad, ¿son conscientes de todo el debate que existe tocante a esta cita? ¿Cómo debe interpretarse hoy?
Interpretaciones de 1 Corintios 14:34-35
Hay tres grandes
rutas en cuanto a cómo se ha interpretado esta cita. A. Algunos autores
proponen que se trata de un texto añadido (interpolación), Pablo nunca escribió
tal cosa. En algunos manuscritos los vv. 34-35 aparecen después del v. 40,[1]
la estructura del capítulo (1 Co 14:26-40) puede explicarse mejor sin los vv.
34-35, los vv. 34-35 contradicen 1 Corintios 11:2-6. Al aplicar dos criterios
de crítica, el de transcripción y el de probabilidad intrínseca, la
autenticidad del texto es difícil de sostener.[2]
A pesar de que en todos los manuscritos conocidos se encuentra la cita, esta
postura parece plausible.[3]
Sin embargo, esto no resuelve el problema, el texto continúa en el canon.[4]
B. Otros autores proponen que Pablo está expresando (citando) una creencia que algunos cristianos de Corinto tenían, no su postura, para luego corregirlos.[5] La cita quedaría de la siguiente manera:
Creencia en la iglesia de Corinto:
Las mujeres callen en la congregación porque no les es permitido hablar, sino que se sujeten como dice la ley. Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios esposos en casa, porque es indecoroso que la mujer hable en la iglesia (1 Co 14:34-35).
Respuesta de Pablo:
¿Qué! ¿Acaso la palabra de Dios salió de ustedes, o solo a ustedes ha llegado? Si alguno piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor. Pero si alguno no reconoce esto, él no es reconocido (1 Co 14:36-38).
En este sentido, Pablo estaría defendiendo la igualdad de hombres y mujeres en el ejercicio de los dones y el servicio en la congregación (acorde a Gálatas 3:28). Aunque esta propuesta es atractiva, la tesis es muy difícil de defender.[6]
C. Por último,
otros autores proponen que Pablo sí manda callar a las mujeres en la
congregación.[7] Sin
embargo, las interpretaciones que se han dado acerca de cómo debe entenderse
esto, por qué lo dijo, a qué tipo de silencio se refiere, si es una prohibición
para algunas mujeres o para todas, si fue solo para la iglesia de Corinto o
para todas las iglesias de aquella época, o incluso, si debe entenderse como
algo solo para el siglo primero o si es para todos los tiempos, han sido
variadas. Algunas interpretaciones se mencionan a continuación.
1. Desde el
contexto social-cultural, algunos hombres consideraban vergonzoso que las
mujeres hablaran en un ambiente mixto. Se esperaba que fueran los hombres y no
las mujeres quienes asistieran a las charlas públicas e hicieran preguntas.
Además, muchos oyentes se molestarían por preguntas que considerasen groseras,
inapropiadas o ignorantes, haciendo que el aprendizaje fuera más lento. Un dato
importante es que la educación de la mujer en el contexto greco-romano
terminaba a mitad de la adolescencia. Es probable que por cada cinco hombres
alfabetizados hubiera 1 mujer con educación. En el contexto judío, los niños
aprendían a recitar la Ley mientras crecían, no así las niñas. Por esta razón, es
posible que las mujeres fueran más propensas a hacer preguntas ignorantes. Además,
la mayoría de los hombres consideraba que sus esposas eran incapaces de
comprender ideas intelectuales. Por tal motivo, cuando Pablo mandó a la mujer
casada que quería aprender de la profecía, a guardar silencio y preguntar en
casa a su esposo, debió parecer progresista para su tiempo.[8]
2. Corinto, la
ciudad principal de Grecia (gobernada por Roma), era una ciudad cosmopolita,
portuaria, donde el griego era el lenguaje común: Para muchos habitantes (la
mayoría de ellos era población esclava), el griego era su segundo o tercer
idioma. Esto implicaba, en un contexto donde la mujer quedaba en casa y el
hombre tenía que salir a trabajar,[9]
que el hombre tenía la necesidad de aprender más griego que la mujer. En el
contexto de la iglesia, todo lo anterior hacía que cuando alguien hablaba, lo
más probable es que los hombres entendieran más y las mujeres muy poco. Por lo
tanto, las mujeres comenzaban a preguntar para entender lo que se estaba
diciendo o comenzaban a conversar entre ellas al no comprender lo que se estaba
hablando. Por tal motivo, Pablo les pide que callen y que las preguntas que
tengan las hagan en casa a sus esposos.[10]
3. No hay nada
en 1 Corintios 12-14 que sugiera que profetizar, enseñar o predicar fueran
dones específicos de género. Es más, la iglesia de Corinto podría haber quedado
sorprendida de que Pablo estuviera silenciando a las mujeres puesto que era
normal que en los cultos mistéricos de aquella época las mujeres también
alcanzaran el rango profético.[11]
Entonces ¿por qué Pablo escribió 1 Co 14:34-35? Probablemente, está haciendo
referencia a mujeres casadas, y bien pudieron ser profetizas, autorizadas para
evaluar las profecías, que estaban haciendo preguntas, quizá inapropiadas, interrumpiendo
el servicio.[12]
En el contexto de los profetas paganos, el oráculo de Delfos, una sacerdotisa,
se caracterizaba por profetizar en respuesta a preguntas. Una de las preguntas
principales que se le hacía era acerca de cosas domésticas. Es probable que las
mujeres asumieran que la profecía en la iglesia funcionaba de la misma forma. Pablo
al dar esta orden está corrigiendo un abuso, no quitando un derecho.[13]
4. La
prohibición está dirigida únicamente a las esposas, quienes atrevidamente
estaban preguntando a los esposos de otras mujeres o señalando sus errores al
interpretar las Escrituras y las profecías. Esta conducta era contraria a las
costumbres greco-romanas, en las que Pablo basa su argumento. El propósito de la
exhortación de Pablo no era la conducta de las mujeres per se, sino la
protección de la comunidad; la preocupación no era la teología sino el decoro y
el orden. El texto debe entenderse a la luz de los cultos orgiásticos. Él no
quería que se confundiera la participación de las mujeres casadas cristianas
con las orgías que se daban en la adoración de los dioses en Corinto. No
obstante, las preguntas retóricas (1 Co 14:36) indican que Pablo no esperaba
que esta norma fuera aceptada sin ninguna protesta por la comunidad cristiana.
No se sabe si la comunidad aceptó estas condiciones.[14]
5. Las esposas
estaban ejerciendo un rol que solo le compete al hombre, al evaluar las
profecías de sus esposos, quienes son sus líderes espirituales. Al hacerlo, estaban
perturbando el sentido de respeto por el orden de la acción de Dios en la
creación y en el mundo. Por tal motivo, Pablo apela al Antiguo Testamento
(“como dice la ley” 1 Co 14:34). Asimismo, las esposas estaban interrogando de
manera pública a sus esposos sobre la congruencia entre sus palabras y su
estilo de vida. Acorde a las normas culturales de aquella época, este
interrogatorio no le traía al hombre honor, sino vergüenza. Por tal motivo,
Pablo les dice a las esposas que callen y que ciertas preguntas deben hacerse
en el hogar.[15]
6. Primera de
Corintios 14:34-35 debe entenderse como un principio para todos los tiempos: La
mujer no debe enseñar en la asamblea/iglesia, sino guardar silencio. Este
pasaje afirma que el liderazgo y ministerio solo debe ser masculino. Esto se
respalda con el Antiguo Testamento (“como dice la ley”).[16]
No se trata de algo local, geográfico o cultural, las mujeres a quienes Pablo
se dirige no tenían que haber participado en lo absoluto. El diseño de Dios es
que las mujeres no deben hablar en el culto, no pueden ejercer las funciones
que solo le competen al hombre: enseñar, predicar, y en el contexto de Corinto,
hablar en lenguas y profetizar. Cuando alguna mujer toma el lugar que solo al
hombre le corresponde solo empeora la situación, ocasiona el surgimiento de
sectas, prácticas erróneas que van en contra de las Escrituras, que la iglesia
se debilite y que Dios no sea honrado.[17]
Tal como puede observarse, existen distintos acercamientos e interpretaciones de quienes afirman que Pablo es el autor de 1 Co 14:34-35. Todo esto debido a la ambigüedad del pasaje. Aunque los aportes que abordan la realidad social, cultural y religiosa de aquella época ayudan a conocer el entorno en el que palpitaba la iglesia de Corinto, ninguna puede garantizar que alguno de esos contextos haya sido la razón por la que Pablo escribió este texto. Asimismo, las primeras cuatro posturas (de la ruta C) solo buscan entender por qué Pablo dijo esto en aquel tiempo, no hacen ninguna mención explícita de cómo hay que entender la cita bíblica hoy. Por su parte, la quinta postura (respecto a no respetar el orden de Dios en la creación), parece decir que el mandato no fue solo para aquella época, sino que también aplica para hoy. Y respecto a la sexta postura, esta sí es explicita al decir que es un principio para todos los tiempos.
Respecto a la quinta postura es necesario hacer las siguientes observaciones. Entender que 1 Corintios 14:34-35 está diciendo que las mujeres no pueden evaluar las profecías, carece de sustento textual. Esta postura resulta al vincular 1 Co 14:34-35 con 1 Co 14:29. Sin embargo, el contexto de la exhortación (1 Co 14:26-40) no señala que callar (σιγάω), hablar (λαλέω), aprender (μανθάνω) o preguntar (ἐπερωτάω), en el caso de 1 Co 14:34-35, deba entenderse como una alusión a evaluar (1 Co 14:29).[18] Más bien, hablar/callar se entiende mejor al vincularse con lo relacionado a aprender, preguntar, o a algo que resultaba vergonzoso/deshonroso (αἰσχρός) (1 Co 14:35).
Asimismo, decir que las esposas al evaluar las profecías de sus esposos no estaban respetando el orden de la creación de Dios es un argumentum ex silentio. Nada en 1 Corintios expresa que haya dones que necesiten más autoridad que otros, y que por x razón solo el hombre tenga la capacidad o haya sido elegido para ejercerlo. Además, contradice el pasaje donde Pablo hace explícito la igualdad del hombre y la mujer en el Señor (1 Co 11:11-12). En todo caso, acorde a 1 Corintios, el don más importante es profetizar (1 Co 14:1-5). Sin embargo, Pablo propone que sobre todo don lo más importante es el amor (1 Co 12:31-13:13). Asimismo, ὑποτασσέσθωσαν (estar sujetas) no expresa a qué o a quién debían estarlo. Quien asume que se refiere al esposo está afirmando algo que el texto no dice.
Por último, entender que la mujer debe callar porque esto es lo que dice el Antiguo Testamento (“así dice la ley”), es hacer eixégesis. No hay texto en el Antiguo Testamento que exprese que la mujer debe callar ni tampoco hay alguna razón para pensar que el pasaje está haciendo alusión a pasajes específicos (Gn 2:18-24; 3:16), tal como proponen quienes sostienen esta postura. Cuando Pablo dice “como dice la ley o en la ley está escrito”, cita el texto del AT al que está haciendo referencia (1 Co 9:8-9; 14:21), cosa que no sucede en este caso (1 Co 14:34).[19]
Por otra parte, la postura número seis merece una mención. Es importante enfatizar que esta postura es una interpretación no acorde al evangelio, errónea, dañina y llena de prejuicios. Lastimosamente es una de las posturas que existe en muchos ambientes eclesiales de Guatemala. Esta postura ha hecho que muchas iglesias vivan dañadas, donde las mujeres son opacadas, limitadas, marginadas, excluidas y privadas de los dones y talentos que Dios les ha dado.
Reflexiones en torno a 1 Corintios 14:34-35
En la iglesia de
Corinto había mujeres en la iglesia que profetizaban y oraban (1 Co 11:3-15). En
este pasaje Pablo no está prohibiendo a las mujeres profetizar y orar,
sino dando instrucciones acerca de cómo deben hacerlo (acorde al contexto de
aquella época). 1 Corintios evidencia que los dones no se dividían por
género, algunos solo para hombres y otros solo para mujeres (1 Co 12:1-11,
28-30). Esto también aplica en los otros textos donde se menciona un listado de
dones (Ro 12:6-8; Ef 4:11-13). Asimismo, Pablo enfatiza que es el Espíritu
Santo, no los seres humanos, quien otorga los dones (1 Co 12:11). En el
capítulo catorce, Pablo describe un entorno donde quienes tenían los dones de
profecía y hablar en lenguas, tanto hombres como mujeres, estaban hablando al
mismo tiempo: unos profecía y otros en lenguas, unos interpretando lo que se
decía en lenguas y otros juzgando las profecías, generando desorden y gran
bullicio (1 Co 14:1-33).
En la sección de
1 Co 14:26-33 Pablo se dirige tanto a hombres como a mujeres. Si alguno está
hablando en lenguas, pero no hay quién interprete, guarde silencio (1 Co 14:
27-28). Lo mismo con los que estaban profetizando, debían turnarse para
profetizar, y después debían callar para que otros evaluaran la profecía, y si
a alguien le era revelado algo, quien estaba profetizando debía callarse (1 Co
14:29-30). En este sentido, también los hombres estaban ocasionando confusión y
desorden.
El propósito de estas instrucciones es la edificación, la decencia
y el orden en el culto (1 Co 14: 26, 40). Un acercamiento que interpreta el
texto a la luz de estos ejes señala que, Pablo escribe esta prohibición para
solucionar un problema concreto de aquella iglesia. Había mujeres que estaban
discutiendo, inquiriendo e interrogando a otros creando confusión. El problema
no es de sexos, sino de desorden. “Es verdad que él usa razones androcéntricas
y patriarcales, pero permanece cierto que lo que busca, incluso aún con razones
hoy inadmisibles, no es la sumisión de la mujer, sino la edificación de la
comunidad”.[20]
Primera de
Corintios no especifica por qué Pablo, si es que él es el autor de 1 Co 14:34-35, escribió este mandato.
Debido a esa ambigüedad, es difícil discernir si fue una norma solo para la
iglesia de Corinto o si lo fue para todas las iglesias de aquella época. De
igual manera, no puede saberse si fue dirigido para algunas o todas las mujeres
casadas o si fue para un grupo o la totalidad de las mujeres. El texto griego
no especifica esto. γυναῖκες
(en este caso) puede significar tanto mujeres como esposas. Además, algunos
manuscritos tienen “las γυναῖκες”, mientras que otros tienen
“sus γυναῖκες”. Asimismo, ἄνδρας (en este pasaje) puede significar tanto hombre como esposo.[21]
Lo que sí puede
decirse es que fue escrito para mujeres que estaban hablando (1 Co 14:34). Qué
estaban diciendo, a quién exactamente estaban dirigiendo sus palabras, cómo
estaban hablando (además de expresar que probablemente hacían preguntas, 1 Co 14:35),
por qué lo estaban haciendo (además de decir que era porque querían aprender, 1
Co 14:35), es desconocido. Decir más allá de esto es navegar en la oscuridad.
Por otra parte,
incluso si no hubiera ninguna duda de que Pablo escribió 1 Co 14:34-35 y que
hubiera sido un ley para todas las mujeres en la iglesia, eso no significaría
que tendría que tomarse como un principio para todos los tiempos. Hay
principios bíblicos que no son universales. De allí la necesidad de dar un
salto hermenéutico. Es decir, pasar del espíritu de la letra al Espíritu del
discernimiento. Al hacerlo, no se busca hacer a un lado lo primero, sino
seguirlo con mayor fidelidad. El espíritu del canon en su totalidad sirve como
criterio de discernimiento para identificar el verdadero espíritu del texto.[22]
Por lo tanto, no
debe tomarse 1 Corintios 14:34-35 para callar, obstaculizar, limitar, opacar a
la mujer, haciendo que no pueda ejercer sus dones y talentos. Algunas razones
son las siguientes. 1. No se
puede asegurar que Pablo haya escrito estos versículos. 2. Si él los escribió,
se desconoce la razón. 3. En ningún lugar de la carta ni en los demás escritos
de Pablo se menciona que algunos dones sean solo para hombres y otros solo para
mujeres. 4. Es el Espíritu Santo, no los seres humanos, quien otorga los dones
(1 Co 12:11). 5. El contexto del capítulo es la edificación de la iglesia, la
decencia y el orden en el culto (1 Co 14:26, 40), no callar a la mujer. 6. 1
Co 14:27-32 exhorta a hombres y mujeres a guardar silencio en la congregación.
7. No hay dones con más autoridad que otros. 8. En Jesús el Cristo, ni el hombre es más que la mujer ni la mujer es más que el hombre (1 Co 11:11-12). 9. Es incorrecto basar una creencia y estructura eclesial en un solo texto, mayormente cuando hay mucho debate respecto a su interpretación, cuando no representa el resto del mensaje de la carta y mucho menos el resto de las Escrituras. Por lo tanto, “Leer en 1 Co 14.34-35 una declaración universal para todas las mujeres y en todas las épocas es ir contra el evangelio de Jesucristo y contra el mismo espíritu de las cartas del apóstol Pablo”.[23]
Dejen que las mujeres edifiquen en y a la iglesia
¿El hombre es
más santo que la mujer? No. ¿Dios otorga dones exclusivos a los hombres?
Tampoco. ¿Por qué entonces no se le permite a la mujer ejercer los mismos dones
que el hombre tiene? Es un milagro que la iglesia como cuerpo de Cristo haya
sobrevivido, funcionando solo con la mitad del cuerpo: respirando con un
pulmón, con la mitad del corazón paralizado, con la mitad del cerebro en coma.
“No es difícil
percibir la utilidad que tiene este pasaje bíblico para oponerse al liderazgo
de las mujeres en la iglesia: si no pueden hablar, ¿cómo podrían ejercer
liderazgo? y, especialmente, ¿cómo podrían ejercer algún tipo de liderazgo como
el de pastorear o enseñar en la iglesia”.[24]
Aunque Pablo haya tenido motivos para escribir esta sección, las consecuencias
a lo largo de la historia han sido fatídicas para las mujeres.[25]
Es imposible
conocer cuál fue la situación por la que “Pablo” escribió el pasaje de primera
de Corintios 14:34-35. Sin embargo, el texto y algunas interpretaciones siguen
causando daño a la mujer. Contrario a la oscuridad que rodea la cita, el
contexto de las iglesias en la actualidad sí puede conocerse perfectamente, la
mujer cristiana sí conoce cuál es la realidad de la iglesia de la que forma
parte, sí es consciente (¿o no?) cómo este texto y algunas interpretaciones la
siguen dañando.[26]
Se sigue
utilizando pasajes como 1 Co 14:34-35 como advertencia contra las mujeres de
que no pueden enseñar, o al menos, no a los hombres, que no tiene sentido que
ellas estudien Biblia y teología, pues no les va a servir de nada. Esto hace
que mujeres cristianas tengan poco o ningún interés en algún tipo de
preparación bíblica, y también por la poca perspectiva de poder ejercer la
enseñanza. Ante este escenario, sigue siendo actual, preocupante y lamentable
la observación de que “sólo en muy raros casos se confía a la mujer una
responsabilidad independiente en el púlpito o en un cargo pastoral. El
incremento del número de mujeres que estudian en los seminarios y en las
facultades teológicas, por consiguiente, no es indicio de una mayor influencia
de la mujer en el ministerio profesional”.[27]
Sin embargo, el
daño no es solo por este tipo de enseñanzas, sino también por omitir e ignorar
este texto desde los púlpitos y grupos de estudio bíblico (lastimosamente,
quien enseñaría en muchos de esos contextos sería un hombre que cree que la
mujer no puede enseñar). El silencio, la desinformación y la interpretación
literalista alimenta prejuicios, mantiene estructuras dañinas, creencias y
doctrinas erróneas que se disfrazan de “doctrina sana y bíblica”. Puede que
muchos hombres y mujeres cristianas no sientan ni vean el daño que está
causando mantener posturas machistas y equivocadas en la iglesia. Sin embargo,
si a una persona se le paraliza la mitad del cuerpo se daría cuenta que algo
está mal, muy mal. Se ha visto normal algo que no es.
El texto de 1
Corintios 14:34-35 y las interpretaciones que limitan a la mujer a ejercer sus
dones han hecho y siguen haciendo mucho daño a la mujer cristiana, daños
profundos, tanto a nivel personal, emocional y ministerial. Hay muchas mujeres
cristianas que tienen el corazón roto; han derramado lágrimas ante Dios. Esta
cita ha sido utilizada para limitar a la mitad del cuerpo de Cristo.
“¡Qué alegre que
tengas estudios en Biblia y teología! Sin embargo, en esta iglesia no
permitimos que una mujer enseñe a toda la congregación. Si quieres, puedes
enseñar a las mujeres o niños”. “En esta iglesia no se permite que la mujer
enseñe porque no es un rol que la Biblia otorgue a las mujeres”. Expresiones
como estas, dichas por el pastor o líder de la iglesia a mujeres que tienen
preparación bíblica y teológica (a nivel de licenciatura y maestría) son bastante
comunes en algunas denominaciones de iglesias en Guatemala. Hoy puede ser
necesario que sea el hombre quien calle en la congregación.
El contexto y el
propósito de 1 Corintios 14 es la edificación. Sin embargo, se está haciendo
totalmente lo contrario. La iglesia no está siendo edificada al prohibir a la
mujer enseñar o limitándola a hacerlo solo a mujeres y niños, a que forme parte
del liderazgo general, a que presida la eucaristía, a que elabore teología. Hay
iglesias en Guatemala (año 2025) donde a la mujer no se le permite ser el
presidente de la sociedad de jóvenes, solo puede serlo un hombre. Asimismo, la
iglesia no está siendo edificada al impedir que la mujer pastoree de manera
oficial una congregación. ¿Qué impide que lo haga, si el rol lo ha ejercido
cada vez que acompaña a cristianos (hombres y mujeres) en el camino de la fe,
al orientarlos, enseñarles la Palabra, estar, al orar por ellos, etc.?
El limitar,
silenciar y colocar a la mujer en un segundo plano ha hecho que muchas mujeres
vivan desilusionadas, frustradas, indignadas al ser tratadas de forma injusta, que
no puedan conectar con las Escrituras ni explorar su capacidad, incluso, que
algunas quieran abandonar la fe.
Por otra parte,
la creencia (ya sea de la iglesia o de la denominación) de que el liderazgo y
la enseñanza solo debe ser ejercida por hombres está siendo una carga y algo
dañino para la iglesia. Hay hombres que han tenido que hacerse responsables de
la enseñanza de la iglesia general o de algún grupo (sin tener preparación
bíblica, incluso sin quererlo), solo por la creencia de que la mujer no puede
enseñar al hombre, incluso cuando en la misma iglesia hay mujeres que sí tienen
preparación formal en Biblia y teología. En la directiva general de la iglesia,
hay que rogar a hombres para que sigan ejerciendo un cargo o formen parte de la
directiva general. A algunas iglesias les haría bien que mujeres formen parte
del Concejo local (en el caso de la denominación Centroamericana). No por el
hecho de ser mujeres, contrario a como sí ha sido en el caso de los hombres,
sino porque hay hermanas que sabrían liderar mejor a la iglesia. No se trata de
que ahora solo mujeres enseñen y lideren, sino que tanto hombres como mujeres
lo hagan, como equipo, haciendo que todo el cuerpo de Cristo ejerza sus dones y
habilidades.
Sin embargo, no
todo está mal. Hay hombres en las iglesias que mantienen estructuras y creencias
(de que la mujer no puede enseñar o liderar) porque no se les ha enseñado cómo
Dios utiliza a las mujeres de la misma manera que a los hombres. Hay
testimonios de cambios en hombres en el pensar, sentir y actuar respecto del
gran aporte de la mujer en la iglesia, incluso gratitud cuando escuchan
interpretaciones de pasajes como 1 Co 14:34-35 más acordes al evangelio y al
Espíritu de las Escrituras. Hay apertura a reevaluar sus interpretaciones y
prácticas. Hay hombres cristianos que no buscan callar a la mujer per
se, sino que lo hacen porque quieren ser fieles a la Palabra de Dios y creen
que esto es lo que este pasaje significa.
Entonces, ¿cómo usar el texto de 1 Corintios 14:34-35 hoy? Con base a todo lo descrito, puede servir para que la iglesia pueda liberarse, tanto hombres como mujeres, de interpretaciones, creencias, estructuras y prácticas machistas, opresoras, dañinas, incongruentes acorde al mensaje de la Biblia, acorde al evangelio de Jesús el Cristo. Asimismo, puede servir para sanar heridas, reconciliarse con Dios, con el texto y con la comunidad de fe. Por último, puede utilizarse para exhortar a hombres, denominaciones, también a mujeres que prohíben, limitan y condicionan a mujeres a ejercer sus dones.[28]
Dejen que las mujeres edifiquen en y a la iglesia, porque no les están permitiendo hablar, antes bien, están prohibiendo que ejerzan sus dones, dañándolas acorde a sus leyes humanas. Y si quieren continuar de esta manera, pregúntense, si están siendo buenos discípulos del Hombre al que siguen; porque es vergonzoso callar a la mujer en la congregación.
[1] Bárbara Aland, et al., The Greek New
Testament, 5a ed. (Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 2014).
[2] Gordon D. Fee, Primera
epístola a los Corintios (Buenos Aires: Nueva Creación, 1994), 791-802. Con
transcripción se refiere a lo que un copista tuvo más probabilidad de haber
hecho. Y con probabilidad intrínseca quiere decir lo que un autor tuvo más
probabilidad de haber escrito. Otro autor que sostiene esta postura (que se trata
de un texto añadido) es Jerome Murphy-O´Connor, Keys to First Corinthians:
Revisiting the Major Issues (Oxford: University of Oxford, 2009), 265-267,
282-284.
[3] Para un acercamiento en contra de esta postura
cf. L. Ann Jervis, “1 Corinthians 14.34-35: A Reconsideration of Paul´s
Limitation of the Free Speech of some Corinthians Women”, JSNT 58
(1995): 52-59.
[4] Elsa Tamez, “Que la mujer
no calle en la congregación: Pautas hermenéuticas para comprender Gá 3.28 y 1
Co 14.23”, Cristianismo y Sociedad 113 (1992): 50. Ella concluye que la
cita (1 Co 14:34-35) es circunstancial. Ibíd., 52. Aunque el título del
artículo hace referencia a 1 Co 14:23 en realidad está haciendo referencia a 1
Co 14:34-35, pues es el tema que aborda en el artículo.
[5] David W. Odell-Scott, “Let the Women Speak in Church:
An Egalitarian Interpretation of 1 Cor 14:33b-36”, Biblical Theology
Bulletin 13/3 (1983): 90-93; Joseph A. Fitzmyer, First Corinthians,
AYB 32 (New Haven: Yale University, 2008), 528-533; Beth Allison Barr, The
Making of Biblical Womanhood: How the Subjugation of Women Became Gospel Truth (Grand
Rapids: Brazos, 2021, versión Kindle). Aunque Barr se inclina por
esta interpretación, reconoce que no puede asegurar que este texto deba
entenderse así. El mensaje de Pablo es lo suficientemente claro, en el cuerpo
de Cristo todos son igual de importantes. Cuando Pablo expresa que la mujer
calle en la congregación está haciendo eco del pensamiento romano. Esta
mentalidad era que la mujer debía estar subordinada al hombre, ella no debía
entrometerse en los asuntos de los hombres sino quedarse en casa, debía estar
siempre bajo la tutela de un hombre (padre, esposo o hijo). Las mujeres debían
guardar silencio en público. El libro de Allison se ha publicado recientemente
en español como Beth Allison Barr, La construcción de la feminidad bíblica:
Cómo se convirtió la subyugación de las mujeres en doctrina cristiana (Barcelona:
CLIE, 2024).
[6] Edward W. Watson y Martin
M. Culy, Quoting Corinthians: Identifying Slogans and Quotations in 1
Corinthians (Eugene: Pickwick, 2018, ebook), 71-75; Irene Foulkes, Problemas
pastorales en Corinto: Comentario exegético-pastoral a 1 Corintios, Lectura
popular de la Biblia (San José: UBL, 1996), 378; Fee, Primera epístola a los
Corintios, 797-798.
[7] Una discusión vinculada al
texto que se analiza es cómo entender la frase “como en todas las iglesias de
los santos”. ¿Esta frase comienza una oración? “33 pues Dios no es Dios de
confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, 35 vuestras
mujeres callen en la congregación...” (1 Co 14:33-34 RV60). La NVI también
tiene esta misma estructura. ¿O está terminando una oración? “33 porque Dios no
es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los
santos. 34 Las mujeres guarden silencio en las iglesias...” (1 Co 14:33-34
LBLA, énfasis en original).
[8] Craig S. Kenner, 1-2
Corinthians, NCBC (Cambridge: Cambridge University, 2005, eBook), 117-119;
Craig S. Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo
Testamento (El Paso: Mundo Hispano, 2003), 481-482. Otra postura también va
en este sentido. Acorde a las normas sociales de aquella época, la mujer no
debía opinar ni hacer preguntas en público. En el contexto de la iglesia de
Corinto, había mujeres “asistentes” (que no tenían ni el don de profecía ni el
don de hablar en lenguas) que estaban haciendo preguntas para entender a los
hombres y mujeres que estaban profetizando y hablando en lenguas. Además, en el
contexto de aquella época, se consideraba ofensivo que una mujer hablara con
otro hombre que no fuera su esposo. Por tal motivo, Pablo ordena a estas
mujeres que guarden silencio. Irene Foulkes, “Conflictos en Corinto: Las
mujeres en una iglesia primitiva”, RIBLA 15 (1993): 114-116. En este
artículo Foulkes deja ambiguo si la prohibición es solo para las mujeres
casadas o también las solteras que son “asistentes”. Su conclusión en otro
estudio es más general: “Si hay personas en la iglesias (en la iglesia
primitiva, cierto número de mujeres) que no están en capacidad de intervenir en
el culto de una manera que contribuya a la edificación del grupo, deben
abstenerse de participar hasta que consigan la instrucción que les hace falta”.
Foulkes, Problemas pastorales en Corinto, 375. Otra postura sugiere que
Pablo está siguiendo las normas de la cultura, tanto judía como gentil, donde a
la mujer no se le permitía que hiciera bulla en las reuniones públicas. Roberto
Fricke, “1 Corintios”, en 1 y 2 Corintios, tomo 20 de Comentario bíblico
mundo hispano, ed. Daniel Carro, et al. (El Paso: Mundo Hispano, 2003),
172-174. Otro acercamiento propone que Pablo da esta ordenanza porque en
aquella época la mujer estaba sometida totalmente al hombre, y muchas eran
analfabetas. Por tal motivo, debía callar en la congregación y que fuera el
esposo o el padre quien le enseñara en casa lo que no había entendido. Hoy, la
mujer que no entiende por falta de educación, en lugar de interrumpir el culto
deben acudir al esposo, o si son solteras, a un anciano de la iglesia. Arnoldo
Canclini, 1 Corintios, Comentario bíblico del continente nuevo (Miami:
Unilit: 1995), 229.
[9] Sin embargo, no hay que
olvidar que también había mujeres que eran cabezas de familia, que estaban al
frente de negocios y poseían riqueza de forma independiente, tenían esclavos y
ayudantes. Estas mujeres superaban los roles femeninos tradicionales. Wayne A.
Meeks, Los primeros cristianos urbanos: El mundo social del apóstol Pablo
(Salamanca: Sígueme, 1988), 124-126.
[10] Kenneth E. Bailey, Pablo
a través de los ojos mediterráneos (Nasville: Grupo Nelson, 2013), 409-417.
[11] Ben Witherington III, Women and the Genesis of Christianity
(Cambridge: University of Cambridge, 1990), 173. Debido a que
Witherington publicó un comentario específicamente sobre Corintios cinco años
después del libro citado, se decidió no desarrollar la postura que aborda en Women
and the Genesis of Christianity. La razón es porque se concluyó que la obra
más reciente es donde se puede encontrar la postura con la que debe
identificarse al autor. Para conocer el argumento desarrollado en el libro
citado cf. la nota al pie no. 15 en esta investigación.
[12] Con relación al tema de
la interrupción, otra propuesta señala que el mandato de guardar silencio no es
absoluto, sino relativo, y es para todas las mujeres de todas las iglesias de
aquel tiempo. El silencio debe entenderse en relación con la profecía,
específicamente con no hacer preguntas, ocasionando distracción, y con no
hablar, ya sea a favor o en contra del profeta o la profetiza, mientras se
estaban examinando las profecías. Gary S. Shogren, Primera de Corintios: Un
comentario exegético pastoral, Colección teológica contemporánea 33
(Barcelona: CLIE, 2021, Versión Everand).
[13] Ben Witherington III, Conflict &
Community in Corinth: A Socio-Rhetorical Commentary on 1 and 2 Corinthians (Grand
Rapids: Eerdmans, 1995), 276-279, 287. El libro se acaba de publicar en
español como Ben Witherington III, Primera y segunda de Corintios: Un
comentario socio-retórico (Salem: Publicaciones Kerigma, 2025).
[14] E. Schüssler Fiorenza, En
memoria de ella: Una reconstrucción teológico-feminista de los orígenes del
cristianismo (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1989), 284-288. Corinto era
conocida por su gran libertinaje sexual religioso a causa de los dioses como
Afrodita (con mil prostitutas sagradas), y Dionisio, el dios del éxtasis. Wendell Willis, “Corinth”, Eerdmans
Dictionary of the Bible, ed. David Noel Freedman (Grand Rapids: Eerdmans,
2000), 280-281; Panayotis Coutsoumpos, Pablo, Corinto y el imperio romano (Barcelona:
CLIE, 2019), 55-57.
[15] Simón J. Kistamaker, 1
Corintios, Comentario al Nuevo Testamento (Grand Rapids: Libros Desafío,
1998), 558-562; D. A. Carson, Falacias exegéticas: Interpretación eficaz hoy
(Barcelona: CLIE, 2013), 46-47, 100; Donald A. Carson, Manifestaciones del
Espíritu: Una exposición teológica de 1 Corintios 12-14 (Barcelona:
Andamio, 2000), 183-184, 192-194; Craig L. Blomberg, 1 Corintios,
Comentarios bíblicos con aplicación NVI (Miami: Vida, 2012), 335-336; Anthony
C. Thiselton, The First Epistle to the Corinthians: A Commentary on the
Greek Text, NIGTC (Grand Rapids: Eerdmans, 2000), 1152-1160. Thiselton
propone que las esposas, al estar evaluando las profecías, haciendo preguntas
inquisitivas sobre la teología de los profetas e interrogándolos sobre asuntos
privados estaban cometiendo cuatro errores. 1. Estaban siendo jueces sobre sus
esposos en público. 2. El culto se estaba convirtiendo en discusiones, incluso
de asuntos privados. 3. Estaban actuando en contra de la ética del culto, donde
todos debían estar en silencio para escuchar a Dios. 4. Estaban perturbando el
orden de la creación de Dios. Por su parte, Paul Gardner argumenta que Pablo
está diciendo que las esposas no deben juzgar ni cuestionar públicamente las
profecías de sus esposos, pues podría traer vergüenza al matrimonio y a la
iglesia misma debido a las normas sociales, culturales, también al orden de la
creación (Gn 3:16). Cuando se refiere a la ley, comenta, pudiera ser que Pablo
está pensando en que la mujer no ofició ni en el tabernáculo ni en el templo. Sin
embargo, afirma que es más probable que Pablo esté apelando al orden de la
creación (Gn 2:20-24, que el hombre fue creado primero que la mujer). Paul Gardner, 1 Corinthians,
Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Zondervan,
2018), 629, 636-637. Asimismo, antes de que Witherington publicara el libro
Conflict & Community in Corinth (mencionado en la postura no. 3 de
esta investigación, postura con la que se considera que debe relacionarse al
autor), él tenía un argumento similar a esta propuesta. Aunque no partía desde
la dinámica cultural de honor y vergüenza, su conclusión era que la razón por
la que Pablo escribió este texto es porque algunas esposas creían tener el don
de interpretar o de juzgar la profecía de los profetas (no todos ni todas
tenían el mismo don), quienes a su vez eran sus esposos u otro hombre de la
congregación. Al hacerlo, estaban ejerciendo autoridad sobre sus esposos,
violando la jerarquía matrimonial o del orden de la creación; al juzgar las
profecías no se estaban subordinando ni al esposo ni al hombre. Respecto a la
sumisión aclaraba que la cita hace más referencia al orden del culto que al
esposo. Witherington, Women and the Genesis of Christianity, 172-179.
[16] Robert D. Culver, “Una
postura tradicionalista: «Las
mujeres guarden silencio»”, en Mujeres en el ministerio: Cuatro puntos de
vista, ed. Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse (Barcelona: CLIE, 2005),
39-41, 44-49, 54-57. Otra postura en la misma línea de que la mujer no
debe enseñar en la iglesia expresa lo siguiente. El verbo callar está haciendo
referencia a la sumisión, no a un silencio absoluto. La mujer debe someterse
voluntariamente al entender su posición ante el hombre (1 Co 11:3). El pasaje
también hace referencia a hacer preguntas, pues preguntar ya era una forma de
enseñar. Cuando Pablo les dice que pregunten en casa (1 Co 14:35) les está
ofreciendo un espacio para aprender. Él no prohíbe la educación a la mujer,
sino que no deben formar parte de la enseñanza oficial de la iglesia. Susan T.
Foh, “Una postura en pro del liderazgo masculino: «La cabeza de la mujer es el hombre»”, en Mujeres en el ministerio:
Cuatro puntos de vista, ed. Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse
(Barcelona: CLIE, 2005), 69-81, 87-90. En esta misma línea, de que el
guardar silencio refleja la sumisión y subordinación (no inferioridad) de la
mujer hacia el esposo, cf. David K. Lowery, “1 Corintios”, en 1 Corintios a
Filemón, tomo 3 de El conocimiento bíblico: un comentario expositivo; Nuevo
Testamento, ed. John F. Walvoord, Roy B. Zuch (Puebla: ELA, 1996), 59.
[17] John MacArthur, Comentario
MacArthur del Nuevo Testamento: 1 y 2 Corintios (Grand Rápids: Portavoz:
2015), 451-454; La Biblia de estudio MacArthur, Versión Reina-Valera
1960 (Grand Rapids: Portavoz, 2004), 1603.
[18] Por su parte, Fee comenta
que esta postura (evaluar las profecías), tiene tres argumentos en contra. 1. 1
Co 14:34 está muy alejado de 1 Co 14:29 para entender que se trataba de no
evaluar las profecías; ¿los corintios pudieron entender esta conexión? 2. No
hay nada en el texto que sugiera ni siquiera remotamente este significado. 3.
La expresión, “si quieren aprender algo” (1 Co 14:35), implica permanecer sin
entender lo que se está diciendo. Por otra parte, no es convincente el
argumento que al evaluar la profecía se esté ejerciendo una autoridad mayor que
al profetizar. Fee, Primera epístola a los Corintios, 796-797.
[19] Ibíd., 800.
[20] Álvaro Pereira Delgado, Primera
carta a los Corintios, Comprender la Palabra: Comentarios a la sagrada
Biblia. Versión oficial de la conferencia episcopal española (Madrid: BAC,
2017), 409-413. Otro acercamiento que también interpreta el pasaje desde el
mismo punto de partida menciona lo siguiente. A la luz del contexto de la carta
(1 Co 11, 14), Pablo intenta corregir la actitud pública de algunas mujeres en
la iglesia de Corinto que interrumpían de forma continua al hacer preguntas,
ocasionando confusión y desorden en los presentes. Su objetivo es mantener el
orden y la decencia en el culto (1 Co 14:40). El mandato no es una norma
general ni universal. Darío López Rodríguez, Discípulas de Jesús: De invisibilizadas
a protagonistas (Lima: Puma, 2023, versión ePub).
[21] Nestlé-Aland, Novum Testamentum Graece, 28a ed.
(Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 2012). En el contexto romano la mujer tenía que estar
siempre bajo la tutela de un hombre, ya fuera el padre, esposo o hijo. Barr, The
Making of Biblical Womanhood. Witherington, por su parte, expresa
que no está tan seguro de que 1 Co 14:34-35 esté refiriéndose a mujeres
casadas. Witherington, Conflict & Community in Corinth, 287.
[22] Elsa Tamez, “Pautas
hermenéuticas para comprender GA. 3:28 y 1 CO. 14:34”, RIBLA 15 (1993):
16.
[23] Tamez, “Que la mujer no
calle en la congregación”, 46.
[24] Javier Ortega Badilla,
“Biblia, liderazgo de mujeres y hermenéutica latinoamericana”, en Buenas
nuevas desde América Latina: Reflexiones en honor a John Stott, ed. Nelson
Morales Fredes (Lima: Puma, 2021), 60. Su postura en cuanto al texto (1 Co
14:34-35) es que Pablo actuó acorde a los valores greco-romanos de aquella
época donde a la mujer no se le permitía hablar en las asambleas para que la
iglesia no fuera de tropiezo a judíos y gentiles. Ibíd., 66-70.
[25] Tamez, “Que la mujer no
calle en la congregación”, 49.
[26] En los siguientes
párrafos hay voces de 12 mujeres (entre 23-50 años) a quienes se le hizo
algunas preguntas respecto al tema. Todas ellas con preparación en Biblia y
teología, algunas graduadas a nivel Licenciatura, y otras, además, graduadas o
estudiantes de maestría; y 2 de ellas con estudios doctorales. La mayoría de ellas guatemaltecas.
[27] E. Schüssler Fiorenza,
“Hacia una teología liberada y liberadora”, Concilium 135 (1978): 180.
[28] Una manera de hacerlo es utilizar la propuesta B (una de las posturas mencionas al inicio de la investigación), en el sentido de que sí refleja la realidad de iglesias hoy.

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